Y el año que viene ¿Qué vas a estudiar?
Por: Lic. Alicia Bergonzo (Lic. en Psicopedagogía y docente en el Instituto Católico Superior)
Redacción LA VOZ DEL INTERIOR (Suplemento Salud 05-09-2012)
El ingreso al sexto año del Secundario lleva en sí –casi como una materia más– la respuesta a las preguntas de adultos y pares:
–“Y el año que viene, ¿qué vas a estudiar? ¿Qué vas a hacer?”.
Preguntas que enfrentan al adolescente al “¿quién quiero ser?, ¿qué voy a hacer?
Desconozco la cantidad de jóvenes que en la segunda mitad del año no saben qué estudiar. Pero lo que sí sé es que es conveniente que se tome conciencia de la necesidad, a lo largo del año y antes de noviembre, de disponer de un tiempo y un espacio para que los estudiantes puedan despejar dudas, miedos y conocer de manera crítica las posibilidades educativas y laborales que les ofrece el medio en el que viven.
Para ésto no basta con identificar intereses y aptitudes, es necesaria la inclusión del proyecto de vida al que se aspira, conectando con lo más central e íntimo de la persona. Ya que cuando se elige desde lugares periféricos o “exteriores”, se está eligiendo para ser quien uno mismo no es.
En síntesis, sexto año del Secundario tiene una “materia” más y es conveniente –como en las otras materias– no ocuparse de ella cuando se está muy cerca de fin de año. Porque las posibles respuestas a la pregunta ¿quién quiero ser? que remite a un “hacer” en término de estudio y/o trabajo, requieren de un detenerse a preguntar, a preguntarse, a pensar, a imaginar, a buscar, planificar, preocuparse, ocuparse, etcétera. Darse cuenta de que, lo que sea que se elija e inicie al año siguiente, no sólo consiste en estudiar una carrera o encontrar un trabajo satisfactorio, sino, además, en encontrarse consigo mismo en un lugar socio-ocupacional situado en el tiempo histórico en el que se vive.
¿Qué hacer durante un año en que no se ha tomado una decisión profesional-ocupacional?
La respuesta que puedo dar me hace acordar al cuento de “Alicia en el país de las maravillas”, cuando Alicia le pregunta al gato hacia dónde tiene que ir, a lo que el gato responde: “Eso depende de adónde quieras llegar”. Esto en relación con que un año sabático tomado por decisión es diferente al tomado por coacción.
Veamos. Si el adolescente ha decidido descansar o viajar o trabajar o cualquier otra cosa, es conveniente que lo haga. La respuesta es demasiado obvia, pero lo que quiero decir con esto es que es necesario que la decisión que se haya tomado haya sido con cierta conciencia del hacia dónde se quiere llegar con ella. Es decir: hacer un viaje, darse tiempo para elaborar la elección de carrera (en tal caso, cómo y con qué ayuda si es que la necesita), trabajar (dónde, en qué, en cuánto tiempo, etcétera).
Un año sabático sin la conciencia de para qué se lo toma o dando la respuesta de “para descansar de
estudiar” suele transformarse, pasado poco tiempo, en algo tedioso o difícil de disfrutar, es decir, en un problema más que una solución.
Por otro lado, si el año sabático es resultado de una elección equivocada de carrera, es un tiempo oportuno para detenerse a convertir el “fracaso” en una experiencia aprovechable que permita iniciar una nueva búsqueda, en la que es importante tomar una decisión más genuina y plantearse si se requiere, pedir ayuda profesional para ello.
¿Y qué hacer con la ansiedad a la hora de elegir?
Puede decirse que las elecciones importantes a realizar en cualquier etapa de la vida provocan de por sí ansiedad. Y no hay nada raro en eso. Es más, puede considerarse conveniente, si es que esa misma ansiedad lleva a la persona a ponerse en movimiento e iniciar la búsqueda de la carrera a seguir.
Pero ha de tenerse en cuenta también que la ansiedad puede paralizar, porque no se sabe qué hacer o se está confundido. O embarcar a la personas en el vértigo de sobreinformarse sin elaborar los datos que se obtienen en la búsqueda.
Frente a ésto, entonces, y en relación con la ansiedad, es necesario primero reconocerla y después “usarla” como combustible para iniciar un doble movimiento en la búsqueda de carrera.
Y digo doble movimiento porque será necesario un movimiento hacia el interior que permita el preguntar acerca de lo que se quiere para su vida, cuáles son sus sueños, anhelos, intereses, habilidades, valores, incluyendo juicios, prejuicios e influencias a la hora de elegir. Y será necesario un movimiento hacia el exterior, que permita un conocimiento crítico de las opciones educativas y laborales, respondiendo, entre otras cuestiones, a ¿conozco la oferta de carreras? ¿Conozco lugares de estudio, planes y campos ocupacionales de lo que me interesa? ¿He hablado con estudiantes y profesionales que estudien o ejerzan las profesiones que me gustan?, etcétera.
En suma, la ansiedad puede ser una buena compañera cuando en vez de confundirnos o atemorizarnos, dispara en nosotros una de las tareas más emocionantes del vivir: imaginar, planificar y empezar a cumplir nuestros sueños.